Grecia está en el punto de mira de toda Europa, es más, todos los males que le suceden a Europa, e incluso a parte del mundo, económicamente hablando, apuntan a Grecia. En el verano del 2011 nos embarcamos hacia Atenas, con el fin de conocer mejor su historia, cultura y siguiendo las recomendaciones de entendidos; su gastronomía. Aunque el objetivo más concreto era el poder pisar la tierra en dónde se forjó la democracia, entre sus actuales ruinas y museos que guardan parte de la historia. Teníamos una semana para descubrir Atenas y otras localidades como Delfos y lo que diese tiempo.
Tras documentarnos y con cierta incertidumbre sobre, qué nos podríamos encontrar, nos presentamos en Atenas en el mes de Agosto. Un modesto pero céntrico hotel, ubicado en el pintoresco barrio de Psiri a cinco minutos de Monastiraki, en la calle de las especias; Evripidou, nos acogió durante una semana. Visitamos con detenimiento la Acrópolis y casi todos los rincones de Atenas. Quiero destacar el nuevo Museo de la Acrópolis por su diseño, obras expuestas y el detalle ninucioso de la propia exposición en sí. No ocurre lo mismo con el Museo Nacional de Arqueología. No te facilitan guía alguna, ni existe, para poder ver las salas con un mínimo rigor, tanto organizativo como artístico. Menos mal que Lola, con sus conocimientos y sabiduría, me iba guiando e informando ante mi desconocimiento en la materia. Escudriñamos, lugares, rincones, plazas, monumentos, museos, capillas bizantinas, mercados, ruinas y por supuesto una magnífica excursión a Delfos el primer día de nuestra estancia en Atenas, para abrir boca.
Atenas estaba triste, no tenía vitalidad, a pesar de ser el mes de Agosto. No hizo mucho calor. Solamente algunas tabernas tícipas de los alrededores de Monastiraki y Plaka, acogían a turistas con un escueto menú turístico. Mucha pobreza, mendicidad y picaresca. Una ciudad muy segura, vigilada por infinidad de policías. En mis anteriores visitas a Atenas, la experiencia gastronómica no había sido favorable, ya que me "endosaron" el correspondiente menú turístico, propio de un viaje organizado. Descubrimos junto al mercado Central, en los restaurantes que hay tanto en el interior del mercado como en los alrededores la verdadera cocina griega. ¡Excelente!, de buena calidad y a un buen precio.
Restaurante Papandreu dentro del Mercado Central
La ciudad muy sucia por el abandono de los servicios de limpieza. Los objetos decorativos de la Navidad de 2010, sin retirar. Infinidad de edificios públicos totalmente abandonados, así como edificios privados ruinosos o en estado deplorable. Todo ello enmarcado en un entorno histórico-arquitectónico maravilloso.
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