jueves, 18 de abril de 2013

RABO DE TORO

Comienza la temporada taurina, y es buen momento para recordar este guiso, y cerrar la temporada gastronómica de invierno.
Como en otras ocasiones he comentado, podéis encontrar muchas recetas tanto en libros, como en Web, de cómo cocinar, el rabo de toro, Os voy a indicar cómo lo hago, de una forma sencilla y rápida. Pero como siempre para gustos: colores.          "El rabo de toro"
Este plato típico cordobés, cada día tiene más admiradores hasta el punto que os recomiendo entrar en el enlace anterior, en dónde hacen todo un homenaje al producto.

Es un plato que yo lo considero de invierno, o de transición entre el invierno y la primavera, aprovechado los festejos taurinos.
Id a la carnicería y encargar un rabo de toro. Si no fuera posible, puede servir un rabo de añojo, o de ternera. Otro aspecto a destacar es que se puede cocinar tanto con vino tinto, como con vino blanco. Al gusto de cada uno.
Dependiendo de los comensales, uno o dos rabos. Como mínimo un par de trozos para cada uno. Ya se encarga el carnicero de cortar el rabo en trozos.
Pues bien: Manos a lo obra.
Lavad el rabo, dejadlo reposar a temperatura ambiente. Salarlo un poco.
Poned una sartén con aceite de oliva a calentar. Tomad cada trozo de rabo y pasarlo un poco por harina.
Cuando el aceite esté muy caliente, dorad (Unos 3 ó 4 minutos) por ambos lados las piezas.
Ponedlas en un plato.
Ahora tomamos una cebolla grande, 1 zanahoria, 1 puerro y cuatro dientes de ajo. Una pieza de estas verduras por cada rabo de toro. Se puede poner algo más de cebolla. Picamos todo, y en una sartén con un poco de aceite limpia lo ponemos a pochar.
Lo vamos moviendo, a fuego lento, y cuando esté en su punto, lo sacamos y escurrimos el aceite.
Prácticamente lo tenemos hecho todo.
Yo no trituro las verduras. (Pues habitualmente se trituran). Ahora en una cazuela grande, vuelco los trozos de rabo de toro, prendo el fuego, le añado 1 litro de caldo de cocido, 2 vasos de vino blanco, las verduras, y si lo necesita un poco más de agua, un par de hojas de laurel, y un poquito de sal y pimienta blanca molida.
Lo dejo que vaya cociendo a fuego medio, tapado, hasta que la carne esté suelta, melosa, y se empiece a despegar del hueso, y prácticamente se haya sumido el caldo.  Esta operación suele tardar un par de horas.

Con el vino tinto, el rabo queda más oscuro y con un sabor intenso, con el vino blanco, queda más claro, y con un sabor más suave. Como digo va en gustos. Lo he realizado con jerez, que igualmente está delicioso.
Este plato se debe dejar reposar un día, y toma más sabor, consistencia, y por supuesto, se debe servir acompañado de unas patatas fritas, o bien un arroz blanco que liga perfectamente con la salsa.
No puede faltar un buen pan y una botella de vino tinto (Rioja o Ribera de Duero) Buen provecho y buenas corridas.




jueves, 4 de abril de 2013

El Sabor del Imperio Romano en Mérida

Las escapadas a algunas ciudades españolas suelen durar un día o unas cuantas horas. Es lo que se suele hacer cuando se visita Mérida, si bien para saborear mejor la ciudad, bien merece varios días. La bella ciudad, a orilla del río Guadiana, está impregnada de la huella dejada por el Imperio Romano, y en especial por su famoso y célebre Teatro Romano de Mérida. Conocer la ciudad en diferentes épocas del año, facilita una imagen distinta a la tradicional. Este es el caso de nuestra visita a Mérida en Diciembre de 2012.

Atravesar el maravilloso puente romano, en una fría y temprana mañana de invierno, invita a soñar con escenas pasadas ocurridas en la ciudad de Mérida y descubrir la Alcazaba Árabe, El Templo de Diana, El Acueducto de los Milagros, La Casa de Mitreo, Plaza España, Puente Lusitania, El Museo Nacional de Arte Romano y otros tantos rincones y esquinas de esta ciudad, y por no hay dejar pasar por alto La Basílica de Santa Eulalia y su centro de interpretación.
Tras reponer fuerzas con una deliciosas migas, nos encaminamos a uno de los puntos de mayor atractivo histórico: El Teatro Romano de Mérida.

El teatro se construyó bajo el patrocinio del yerno del emperador Augusto Agripa. Se edificó sobre una ladera de una loma, lo que abarató principalmente los costes de construcción, levantando el resto con hormigón forrado de sillares. La dañada grada superior (summa cavea) era la única pared que emergía de la construcción, antes que se comenzaran las excavaciones en 1910. La Cavea Ima, donde se sentaban los caballeros de Mérida, se remodeló en la época  de Trajano, levantando en su centro un lugar sagrado, cercado de una baranda de mármol. Delante se contemplan tres gradas más bajas y anchas, donde se acomodaban los sacerdotes y magistrados de la ciudad.  La escena termina con una pared alta. Todo se levanta sobre un podio bellamente adornado en marmol. Al frente se ubican tres vanos, por los que entraban al escenario los actores. Al lado el Anfiteatro, levantado en S. VIII a de C., tal y como prueban las inscripciones encontradas en las tribunas. Se utilizó como escenario para diversos espectáculos: cacerías de animales, luchas de gladiadores.
Sería largo el describir cada uno del resto de las visitas efectuadas. Dejo una muestra gráfica de buena parte de ellas. Mérida bien merece una nueva visita en otra época del año.